Ayer comenzó en Cuatro la emisión de una de las miniseries más esperadas de los últimos años: Los Pilares de la Tierra, la adaptación de la mastodóntica novela que publicó Ken Follet en 1989, arrasando con más de 5 millones de españoles viéndola. 'Los Pilares' siempre fue un libro que anduvo por mi estantería, y según iba creciendo siempre escuchaba que era un gran libro, que era magnífico, todo el mundo lo recomendaba. Pero si había dos cosas que jugaban en su contra era su condición de 'bestseller' y su extensión: más de 1300 páginas, jamás me había enfrentado a una historia tan larga. Y fue hace 2 años, en un período llamémosle chungo de mi vida cuando decidí meterle el diente. La conclusión fue que la historia me atrapó tanto que me lo bebí en poco más de 10 días y no me quedó más remedio que unirme a esa opinión entusiasmada que decía todo el mundo: 'ES UN PEAZO LIBRO', lo confirmo. Con todas las de la ley, jamás me había emocionado y enganchado tanto una historia de traiciones, engaños, política, amores, religión, crueldad... Lo de que construyan una catedral viene siendo incluso algo anecdótico. Había días que no podía parar de beber páginas y páginas y con la vista ya cansada tenía que dejar la lectura tras haberme zampado 200.


No os dejéis engañar por la gente que lo desprecia por el hecho de venir de Ken Follet y de ser un 'Bestseller'. Si es un bestseller es porque fue publicado hace casi 22 años y a día de hoy se sigue vendiendo como churros. No es un libro de digestión fácil y olvido rápido. Es una historia que uno jamás olvida y que guardará siempre en la memoria como haber sido uno de los libros que más le han impactado. Ojalá pudiera compartir este sentimiento con más gente, pero resulta curioso que entre todos mis amigos sólo conozca a 3 personas que se lo hayan leído. Una lástima, porque debería existir un Real Decreto que obligase a todo español a leérselo.

LA DIRECCIÓN
Cuando uno lee el libro está deseando inmediatamente que hagan la película pero, al leerlo, uno se da cuenta que tal tarea es muy difícil por no decir casi imposible. Son 1300 páginas de historias y enredos, y eso en una cinta no cabe. Aun así, yo hace años ya me imaginaba a Liam Nesson como Tom Builder. La idea de una película no cuajaba, pero entonces leímos que Ridley Scott se encargaría de hacer una serie de televisión. Por una parte, todos nos echamos a temblar, porque Ridley tiene en su haber uno de los mayores bodrios históricos que ha visto el cine, pero produciendo es un tío que sabe dónde mirar.

Sergio Mimica-Gezzan dirigió los 8 episodios de una hora de duración cada uno, de una manera correcta. Jamás había dirigido una película, tan solo episodios de televisión. Pero si por algo tiene experiencia es por haber sido el ayudante de dirección de Steven Spielberg durante 12 años, así que algo sabía el hombre. La realización es correcta y espectacular, se nota que le han echado duros al asunto (40 millones de euros, concretamente), duros que lucen constantemente en pantalla, con numerosos escenarios y una recreación perfecta de la Inglaterra del XII para ser un producto televisivo.

LA ADAPTACIÓN
Pero si hay dos cosas verdaderamente admirables en esta miniserie es el guión y los actores. John Pielmeier ha sabido condensar a la perfección las más de mil páginas que Follet escribió, eliminando lo verdaderamente no importante y sabiendo enfatizar las relaciones y pasiones de cada personaje, dotándolas de la emoción cinematográfica que se merece la historia (de hecho, el final del libro es cambiado por completo para darle un aire más espectacular, el merecido). Por mucho que le duela a mi amigo José María, tramas como la de Thomas Becket no son relevantes para la historia, porque la historia gira en torno a unos personajes que se ven envueltos alrededor de esa catedral de Kingsbridge, es en ellos donde reside la trama, no en el transfondo histórico de la Inglaterra del XII. Son 8 horas de serie que no dan respiro al espectador, ni un momento de calma: en cuanto termina una desgracia y se atisba algo de esperanza... comienza otra peor. (Cuando la veáis, atentos al guión del 5º episodio, simplemente prodigioso).

Por supuesto, el otro factor que ha hecho que esta serie sea tan grande ha sido el elenco de actores escogidos, un casting perfecto de actores ingleses. Por la serie lucen antiguas caras conocidas como un correcto Rufus Sewell haciendo de Tom Builder (una lástima, porque yo siempre me imaginé a Neeson) Donald Sutherland o Tony Curran. Pero hay dos que destacan por encima de todos y que harán que todos los Globos de Oro recaigan en ellos el próximo enero: estamos hablando por supuesto de Matthew Macfayden, que interpreta al Prior Philip dotándole de la bondad y la entrega religiosa que se merecía, y de Ian McShane, quien con su retrato del hijo de la gran putísima madre de Obispo Waleran eleva su personaje al altar de los mejores villanos de la historia del cine. Su actuación es perfecta, soberbia, desagradable, apasionante, divertida, acojonante... todos los adjetivos son pocos para describir la tarea actoral de este señor. Como dijo Alfred Hitchcock: Una historia vale lo que vale su villano. Y McShane hace que Los Pilares de la Tierra se sostenga por el propio peso de Waleran. Sus constantes batallas con el Prior Phillip / MacFayden hacen que los espectadores disfrutemos con dos personajes como nunca lo habíamos hecho, con esa constante batalla entre el bien y el mal, entre la iglesia digna y aquella que no lo es. Una vez vista la mini-serie completa, ya resulta imposible imaginarse estos dos personajes interpretados por otros actores, imposible. Por cierto, añadir que para disfrutar de la serie al máximo es IMPRESCINDIBLE VERLA EN V.O., ayer pude comprobar durante cinco minutos en Cuatro que la dirección de doblaje le hace un flaco favor a la serie (y Waleran con la voz de John Travolta o Martin Lawrence destroza al personaje).


Concluyo recomendándoos de corazón la serie, es una adaptación prodigiosa y muy fiel de una novela que parecía casi imposible de ser adaptada. Aunque os recomendaría todavía con más corazón que si tenéis la oportunidad (y ganas, todo sea dicho) de poder leeros antes la novela, ¡por favor, HACEDLO! Disfrutaréis leyendo como seguramente nunca lo hayáis hecho. Y después, cuando veáis la serie, ¡disfrutaréis todavía más! Sobre todo gracias a MacFayden y McShane, los verdaderos Pilares de la serie.