Antes de ayer estuvimos hablando del montaje, de cómo era curioso que ciertas películas nos pareciesen lentas y la actual narrativa televisiva no. En todo caso, quisiera hacer una especie de breve reivindicación a montajes  fantásticos -desde mi punto de vista- que por una razón u otra no estuvieron nominados o sufrieron alguna especie de injustica.

El primero que se me viene a la mente, una de mis mayores indignaciones de los Oscars, fue que American Gangster no solamente se quedase sin premio en esta categoría, sino que ni siquiera estuvo nominada. Y creo que era más que merecido puesto que en dos horas y media que se pasan volando, Ridley Scott y su habitual montador Pietro Scalia nos cuentan ni más ni menos que casi 20 años de las vidas paralelas de dos protagonistas. Ahí es nada, sabiendo elegir qué instantes de la historia contar, cuáles descartar, y todos ellos con un ritmo envidiable. En su lugar, el Oscar se lo llevó El Ultimatum de Bourne, que ni siquiera he visto (aunque conociendo a Paul Grengrass y su manía de rodar sin trípode ya sé con lo que me voy a encontrar: con lo de siempre)

Un año después volví a indignarme en los Oscar, puesto que esta vez Slumdog Millionaire le robó (descaradamente) el premio a dos cintas que se lo merecían mucho más: El Curioso Caso de Benjamin Button y El Caballero Oscuro. Digo lo de robar porque si nos ponemos la mano en el corazón (como tantas veces hemos tenido que hacer ya en el blog) veremos que el montaje de Slumdog no tiene nada de especial, de hecho es videoclipero, facilón e incluso insultante (la historia y la tristeza de lo que estás narrando no se merece que le pongas un ritmo de la MTv). La primera de ellas, Benjamin Button, podríamos decir lo mismo que de American Gangster, que te cuenta la vida entera de un personaje en un abrir y cerrar de ojos (además con esa elegancia que caracteriza a Fincher). Y por la otra, El Caballero Oscuro jugaba con mil tramas y mil escenarios diferentes donde se situaba la acción, que la llevaba frenéticamente, y ahí se quedó: en Gotham.

NOLAN: EL MEJOR NARRADOR DEL S. XXI
Aunque si hay alguien que ha sido maltratado por el reconocimiento académico a la hora de montar sus películas es Christopher Nolan. Aunque, sinceramente, sabemos que los Oscars deben importarnos un pimiento y todos sabemos el genio que tiene. La primera burrada narrativa que hizo fue la ya famosísima Memento que, ni más ni menos, la contaba al revés. Y con cada pista nueva iba desvelándote nuevas capas de la historia ocultas. Atención a los créditos, donde el protagonista hace una Polaroid. Impresionante.

Siete años después de saltar al estrellato hizo otra obra maestra del montaje, que es The Prestige (El Truco Final). En ella se nos cuenta la historia de la rivalidad entre dos magos del siglo XIX, pero con la gracia de que va dando saltos en el tiempo de atrás a alante y de alante atrás, constantemente. Uno pensaría que de semejante gazpacho temporal saldría un berenjenal, pero Nolan vuelve a demostrar su maestría contando historias y hace que en cada salto nosotros, los espectadores, ubiquemos el tiempo de la historia -sin que nadie nos diga nada- y que, encima, nos enteremos de todo a la perfección.

INCEPTION: LA MAYOR BURRADA NARRATIVA DE LA HISTORIA
Y este año juro prenderle fuego al Kodak Theatre si Nolan no se lleva el Oscar, lo juro. Es su año, es el año de Inception. Nolan, de la mano de Lee Smith -su montador habitual-, vuelve a dar una vuelta de tuerca a sus historias y hace lo imposible: contar una historia/sueño (1) dentro de otro sueño (2), que este se encuentra dentro de otra historia/sueño (3), a su vez dentro de otra historia/sueño (4) que, ¡además! está dentro de una historia!! (5). En total Nolan juega ni más ni menos que con 5 planos narrativos diferentes. Y encima, para marcase la vacilada, también juega con la realidad, que haría el 6º plano. Esto no lo puede hacer mucha gente. Lee Smith y Nolan hace que el espectador navegue por diferentes sueños/diégesis/planos sin que en ningún momento perdamos el hilo de lo que se está contando. Y, además, mientras transcurre un nivel del sueño, está pasando otra cosa que interfiere en el anterior que a su vez se ve modificado por el de arriba... UNA LOCURA, jamás se había hecho algo tan complicado. Y que encima te enteres.

Suele ser común en el cine que en el transcurso de la acción se nos cuenten varias historias a la vez, sobre todo en el cine de acción. Véase por ejemplo la saga galáctica de Lucas (que el Episodio I es digno de contar 4 batallas a la vez) o la Trilogía de los Anillos de Jackson, donde las peleas ocurren en diferentes escenarios y los montadores saben manejar el ritmo y la acción de cada uno tanto para no aburrirnos como para tenernos en tensión. Pero Nolan no solamente juega con seis planos diferentes, algo impensable, sino que además dobla y moldea el tiempo a su gusto, otra de las burradas narrativas de Origen. No desvelaré las reglas de juego ni el truco para explicar qué es lo que ocurre con el tiempo en esta película, pero para quienes no la hayan visto sólo diré que hay un coche que tarda 20 minutos en caer un río. IMPENSABLE e increíble. 

Con Inception, de la que haré crítica cuando haga un segundo visionado (necesario), nos encontramos con la película que tiene el montaje más complicado de la historia, puesto que son seis niveles narrativos diferentes y un tiempo moldeable (Si Sam Peckinpah levantara la cabeza le besaría los pies) con el que juega a antojo del espectador, quien en ningún momento se siente perdido. Nolan y Smith consiguen que nunca apartemos la vista de la pantalla, con una dirección impecable y un manejo del ritmo endiablado. Eso sí que es saber montar. Y si alguien quiere adentrarse en esta magia que es el montaje, le recomiendo encarecidamente el visionado del capítulo 'La Magia del Montaje' de Lecciones de Cine, una delicia.